Proyectos 1
La asignatura de Proyectos 1 está planteada como materia obligatoria semestral de 1º curso, a impartir en el 2º semestre, y una carga lectiva de 5 ECTS. Es la primera aproximación del alumno al mundo de la arquitectura y se le debe ayudar a reconocer su complejidad, induciéndole a desarrollar una mirada que centre su atención en cómo se piensa, cómo se habita y cómo se construye. Es un nivel de introducción, donde aprender a conocer y ordenar la imaginación como paso previo al inicio en la creación arquitectónica.
El alumno, cuando empieza, desconoce las variables que intervienen en la gestación del proyecto ya que no cuenta con conocimientos técnicos, ni tiene referencias arquitectónicas, ni posee apenas capacidad gráfica, etc. El aprendizaje de todas estas variables es paralelo a su empleo y manejo, de ahí la complejidad y el reto de la asignatura, siendo conscientes de que el esfuerzo requerido para subsanar este vacío debe ir aparejado de la necesidad de superar los juicios previos de las arquitecturas conocidas con anterioridad. Este esfuerzo debe ir acompañado simultáneamente de un aprendizaje de la realidad inmediata, entendiendo que trabajar sobre aquello que pueden experimentar les permite apreciar cómo la arquitectura también se encuentra en lo más cotidiano. Con esta estrategia se intenta que el alumno se habitúe a entender aquello que ya conoce, pero desde la compleja perspectiva del arquitecto, procurando educarle en una serie de actitudes que le proporcionen un marco de referencia en el que poder asentar las bases de su actividad proyectual y creativa posterior.
La necesidad de ampliar la mirada del alumno desde el primer día y de sensibilizarlo hacia los problemas específicamente arquitectónicos, hace que la asignatura se plantee con un alto contenido de trabajos de análisis que le ayuden a incrementar su bagaje visual y a descubrir de qué elementos se sirve el arquitecto para enfrentarse al proyecto. Analizar es someter la obra arquitectónica a una serie de preguntas que permitan describirla con la precisión suficiente. Es un proceso de permanente decantación en el que la observación, la imaginación y el diseño son necesarios para observar, imaginar y diseñar nuevamente.
Es fundamental en estos primeros pasos capacitar al alumno en los modos de expresión que le permitan desarrollar sus proyectos, motivo por el cual se pondrá especial atención en los dibujos y maquetas como herramientas de conocimiento, análisis y expresión del trabajo realizado, y en la gestión y manipulación de la imagen como vehículo relator de la realidad y del proyecto. Por tanto, uno de los grandes objetivos de este curso de iniciación es dotar al alumno de los instrumentos de expresión y de análisis que le permitan aprehender los fundamentos del proyecto de arquitectura, así como a establecer las bases de un juicio crítico que le haga posicionarse frente a una propuesta propia o ajena.
- Promover el interés y estimular la curiosidad del alumno por la arquitectura para generar una actitud receptiva que motive la experimentación y su proceso personal de aprendizaje.
- Ayudar a los alumnos a familiarizarse con los principios y los conceptos básicos empleados en el análisis y en la generación conceptual del espacio habitable.
- Comprender las relaciones existentes entre las medidas del hombre, los objetos que usa y los espacios que habita entendiendo, a su vez, los temas de escala y proporción de los elementos arquitectónicos.
- Estimular una manera crítica y analítica de percibir la arquitectura y la realidad que nos rodea educando la mirada.
- Eliminar los prejuicios adquiridos a través de los [des]conocimientos previos con la intención de crear el estado óptimo para iniciar el aprendizaje sobre el proyecto de arquitectura.
- Fomentar la adquisición de criterios individuales de análisis e interpretación que propicien una dimensión autocrítica del trabajo y activen el imaginario creativo del estudiante.
- Desarrollar la habilidad para expresar ideas y conceptos arquitectónicos, ayudando a incorporar nuevos sistemas de interpretación que favorezcan el intercambio entre las diversas manifestaciones artísticas.
La casa como pretexto. Elementos de composición

Por el principio. O por los principios. Louis I. Kahn, en una charla con estudiantes en la ETH de Zúrich (12 febrero de 1969), transcrita y publicada bajo el título El silencio y la luz, sostiene que «en realidad no se aprende nada que no forme parte de uno mismo».
En lo que os ha de ocupar en adelante, este casi aforismo de Kahn supone, si no la existencia de un conocimiento innato, cuando menos, la constatación de cierta predisposición natural hacia la arquitectura, la percepción de un saber hacer incógnito respecto al proyecto de arquitectura.
Algunas personas están así dotadas, y otras menos. Pero no cabe aquí la alarma ni sentimiento de desahucio. Frente a la sentencia de Kahn, aunque no ande desencaminado, puede oponerse otra que hable de «más trabajo». En gran medida, el trabajo, y solo el trabajo, pues en esto, como en casi todo, no hay atajos, es capaz de suplir esta carencia.
Aprender requiere humildad, curiosidad y confianza (en uno, sí; y también, al comienzo, y siempre, en el otro, en quién te acompaña y cuida de ti, paso a paso), y por qué no, una pizca de terquedad. Para este viaje sin fin es forzoso cultivar facultades y actividades como la observación, o sea un espíritu atento y una mirada limpia y despierta; el estudio grato (¿sorprendidos?, la materia Proyectos se estudia también, desengañaos), ejercido de manera activa y selectiva, ordenada y crítica; avanzar haciendo, y a veces parar, y volver atrás, para seguir avanzando, en nuestro caso, a través del dibujo, un arma de precisión cargada de promesas; la memoria, como material y como vivencia, junto al olvido, no menos importante; y una temperada sensibilidad, siempre entendida como reflejo de un gusto educado (es falso que «sobre gustos no hay nada escrito»: «lo que hay es poco leído», apostilló uno, que era más avisado que el resto). Tal desiderata será un vano empeño si no tenéis interiorizada una absoluta inclinación y aprecio por el trabajo bien hecho (arte, oficio, artesano).
Y a propósito, sabed además que para que algo nos sea entregado hay que saber ver, pero también saber esperar. El tiempo es a la vez continuo y relativo, y hay que demorarse para aprender. Este camino hay que recorrerlo con pausa y sin dilación. Qué estimulante paradoja, y es que aprender tiene mucho de gimnasia. Lentitud y perseverancia.
Ya lo iréis viendo, en arquitectura nos movemos siempre entre la realidad y el deseo; y cada obra, cada proyecto, ha de ser una ofrenda, una muestra pública (cívica) de servicio. La arquitectura si no es de todos no es de nadie, y nada es entonces. Adecuado, pertinente, verosímil, son adjetivos sustantivos que deberían guiar nuestro trabajo y calificar a la postre los resultados (o mejor, los logros). Más allá, a la arquitectura habría que pedirle que fuera finalmente escueta y conmovedora.
El proyecto de arquitectura oscila pues entre la razón y la intuición, aunque la intuición no es otra cosa que la «percepción íntima e instantánea de una verdad» (DRAE). Fernando Távora, en una entrevista de 1998 concedida a los editores de la revista DPA, deja dicho: «Lo hermoso de un trabajo es que pueda llegar a ser como una flor. Una flor no se discute; es algo que viene dado con absoluta determinación, algo cuya solución tiene un cierto grado de fatalidad» (¡ahí es nada!, para pensar). Es más, lo apuntado por Távora termina así: «Para conseguir esto hay que trabajar con constancia», y no es por casualidad.
Quizás ahora todo os suene algo a moralina, pero la derrota que habéis emprendido exige claridad, determinación y compromiso. Y ello distingue una manera de estar en el mundo. Un pecio de Rafael Sánchez Ferlosio, incluido en Campo de retamas (2015), reza: «Toda estética es una antigua ética». Pasado un tiempo, sería desafortunado que también nosotros hubiéramos seguido esa deriva recurrente.
Llegados aquí, habréis intuido ya que no os vamos a enseñar (casi) nada, aunque sí estáis en disposición de aprenderlo (casi) todo. Nadie que quiera aprender se sienta a esperar a que le enseñen. Como tampoco vamos a engañarnos, esta andanza vuestra recién inaugurada ni es fácil ni es descansada: en todo aquello que tiene valor rige el premonitorio adagio latino ad augusta per angusta (a lo augusto por lo angosto). Pero estaremos ahí, en nuestro papel de lazarillos, dejando un rastro de migas de pan por el espeso bosque; de vosotros depende que, al contrario que en el cuento, no se las coman los pájaros.
Jorge Luis Borges en referencia a Paul Valéry, en Valéry como símbolo (1945), escribe: «Un hombre que, en un siglo que adora los caóticos ídolos de la sangre, de la tierra y de la pasión, prefirió siempre los lúcidos placeres del pensamiento y las secretas aventuras del orden». Seamos todos Valéry. Y ahora, en voz alta, digamos juntos: «Me encantan los comienzos» (título del discurso de Kahn en el Congreso Internacional de Diseño, en Aspen, Colorado, 1972).
El curso se estructura en cuatro ejercicios. Los ejercicios arrancan y se desarrollan en torno a la casa, entendida como arquetipo, pues la intención última es que lo aprehendido y concluido pueda servir para desentrañar en adelante otras arquitecturas.En clara implicación con los ejercicios, los objetivos del curso son tres, a la vez elementales y ambiciosos:
- Reconocer el valor de la mirada.
- Reconocer el valor del orden.
- Reconocer el valor del dibujo.
EJERCICIO 1
MIRAR. HACER COMO OTROS
EJERCICIO 2
EJERCICIO 3